
EDITORIAL. En Gimnasia y Esgrima se acostumbraron hasta las década del 80 a tener las copas llenas, preparadas para brindar, pero llegaron de pronto los tiempos de las vacas flacas. Por eso, Los Pitucos festejaron con tanta pasión desenfrenada. Diez mil almas en un estadio que lleva un nombre mítico para el fútbol argentino, Víctor Antonio Legrotaglie, explotaron como hacía 30 años no sucedía.